lunes, 3 de febrero de 2014

Chascomús, Provincia de Buenos Aires

La teletransportación en la ruta 2

Allá por 1968, un Peugeot 403 que circulaba por la ruta 2 cerca de la laguna de Chascomús, se vio envuelto en una densa niebla, desapareció y ¡apareció en México!  Así al menos lo había informado el diario La Razón. Varios medios de entonces reprodujeron y ampliaron la noticia, hasta convertirla en el caso más importante a nivel mundial para las revistas especializadas en OVNIS.  La escalada de rumores y la repercusión internacional obstaculizaron la resolución del asunto.  El misterio se develó casi tres décadas más tarde, a mediados de los años noventa.

Para la opinión pública, todo comenzó el 3 de junio de 1968, cuando el diario La Razón publicó un artículo titulado Qué es esto. Allí se contaba que el matrimonio Vidal, que había salido de Chascomús rumbo a la localidad de Maipú a bordo de su Peugeot 403, luego de entrar en un denso banco de niebla en la ruta 2, había perdido el conocimiento y despertado en una carretera secundaria de México, con auto y todo, aunque éste estaba un poco chamuscado.
Según la publicación, los Vidal habían salido junto con otro matrimonio, que iba en un auto que los precedía. Este matrimonio llegó a Maipú, y ante la demora de los Vidal, comenzó la búsqueda desandando el camino: nunca los encontraron.
Recién dos días más tarde, unos amigos de la pareja desaparecida recibieron una llamada desde México, diciendo que estaban bien y regresarían en avión. El artículo de La Razón señalaba que el señor Vidal, al regresar, les había contado a sus familiares lo sucedido: al despertar en México sus relojes no funcionaban, “pero por un calendario comprobaron que hacía 48 horas que faltaban del camino, desde el momento en que habían entrado en el banco de la misteriosa niebla”. También, según el diario, los familiares de Vidal decían que éste había contado que la llamada se había realizado “desde el consulado argentino en la capital azteca”, y que “el automóvil fue trasladado a un laboratorio de los Estados Unidos para su posterior investigación; a cambio, se les entregó uno nuevo”. Obviamente, tanto los estadounidenses como el consulado les habían pedido estricta confidencialidad ante la gravedad del caso.
Los diarios La Nación, La Capital de Mar del Plata, y La Mañana, comenzaron a publicar artículos sobre el misterioso viaje de los Vidal. El caso llegó a la radio y la tele, y las revistas de OVNIS le dieron fama mundial.

Teletransportación

Contribuyó a esto que la teletransportación atravesaba su mejor momento en la literatura de ficción científica  y en  las series de televisión.  Años antes, por ejemplo, se había publicado El hombre no teletransportado, de Philip Dick, relato en el cual esta tecnología, más rápida y barata que los viajes en naves espaciales, no carecía sin embargo de inquietantes efectos secundarios.
Afiche de la película de Uset
Y en la tele estaba el capitán Kirk, junto al Sr. Spock y sus compañeros de Viaje a las Estrellas, que se teletransportaban todo el tiempo para descender en planetas desconocidos y visitar otras naves; pero también, uno suponía, en la vida cotidiana para buscar una llave inglesa del depósito e incluso para ir al baño en casos de apuro. Además estaba en su apogeo la difusión de fenómenos OVNI, que acompañaban el auge de los relatos de ficción que hablaban de invasiones alienígenas y contactos con seres de otros planetas.

Rumores

Lo que nunca deja de estar de moda es la propagación de rumores. Y al publicarse este tipo de historias, siempre hay alguien que dice saber con certeza lo que pasó dado que habló personalmente con un familiar, o con el vecino de un tío, o con el mismo testigo, que le contó la verdad que los poderosos siempre quieren ocultar.
En este caso, el fervor crédulo se adueñó en especial del corredor de la ruta 2, desde Chascomús hasta Mar del Plata, dificultando todos los intentos de desmentida. Al cónsul argentino en México nadie le creyó cuando afirmó (sin mucha convicción, según el diario La Mañana) que no conocía a ningún Vidal.
También la persona que presuntamente había recibido el llamado desde México, el escribano Martín Rapanelli, de Maipú, convocó a una conferencia de prensa en la que dijo no conocer a Vidal, y desmintió el hecho. Pero los vecinos, congregados en la calle, gritaban que el escribano mentía, según consignó otra nota de La Razón, en la que se afirmaba también que el notario estaba nervioso y que había incurrido en contradicciones. Se mencionaba además que era la propia hermana de Rapanelli quien lo contradecía, puesto que “narró el suceso en rueda de docentes”. Incluso el  comisario de Maipú contestaba a la prensa que le habían ordenado investigar los hechos y pese a que no había hallado evidencia, no lo descartaba porque, según dijo al mismo diario: “en estos tiempos todo es posible”.
Todo se basaba en testimonios de Vidal a presuntos familiares y allegados, pero ni él ni la esposa aparecían. ¿Por qué? Porque, se decía, los gobiernos argentino, mexicano y estadounidense habían decidido mantener estricto secreto.
Hubo más rumores. Según el relato inicial, la señora Raffo de Vidal, al retornar de México, había sido internada en una clínica para reponerse del estado de crisis nerviosa en que había quedado. Una publicación española le hace gritar con desesperación a la señora Raffo: “Pero, entonces: ¿Qué han hecho con nosotros durante estos dos días? ¿En manos de qué criaturas hemos estado?”
También rumores escépticos. Según uno de ellos todo el asunto no había sido más que una artimaña de la familia para ocultar que la señora Raffo de Vidal había estado internada en un neuropsiquiátrico.
Cuando las investigaciones periodísticas parecían estancarse, apareció por fin el testimonio de un testigo directo, o casi. Un joven se presentó en el programa más visto de la televisión: Sábados Circulares de Mancera. Dijo ser familiar directo de Vidal y confirmó todo el relato. Se llamaba Juan Alberto Mateyko.

El caso se resuelve

En 1996 el culpable terminó por confesar.
No habían sido los extraterrestres, ni los yankees, ni el Señor Spock, sino un director de cine; Aníbal Uset, con el objeto de promocionar su película Che Ovni. Contó con la complicidad del periodista de espectáculos Tito Yacobson y del mencionado Mateyko, que era su colaborador y hacía de extra en el filme, en el que los platillos voladores se recreaban con dos budineras.
El argumento era terrible. Un cantor de tangos (interpretado por Jorge Sobral) hace dedo en una ruta y lo levanta una rubia en un Peugeot. Luego del inevitable encuentro amoroso de la incipiente pareja, un resplandor los encandila y por alguna razón desnuda a la muchacha. Mientras tanto, el cantor de tangos se duerme y al despertar comienza a conducir el vehículo, pero según los carteles ya no está en Buenos Aires sino cerca de Madrid y la rubia ahora es una morocha (Marcela López Rey) que en realidad es una alienígena disfrazada de morocha argentina con lunarcito. Cuando un guardia civil lo detiene, el argentino, canchero, no le cree que están en Madrid hasta que ve que justo pasa un auto en el que viaja nada menos que Juan Domingo Perón (representado en el filme por un cartón dibujado). Y eso es sólo el comienzo.
A esta altura, tal vez parezca más inverosímil la película que la falsa historia de los Vidal. Pero en este caso tenemos pruebas, ya que quedaron copias y a veces hasta la emiten por canales de cable.
Su director, Aníbal Uset, contó la verdad casi tres décadas después, ante el investigador Alejandro Agostinelli. La idea de difundir el falso caso Vidal era una estratagema publicitaria, por eso la coincidencia en el filme del fenómeno de la teletransportación e incluso de la marca del automóvil.
Sin embargo, las repercusiones (a causa de los rumores y la amplificación de los medios) fueron tantas y tan importantes, que en el momento fue imposible decir la verdad. “Vino tanta gente a decirme que conocía al matrimonio Vidal que empecé a dudar”, se justificó.

Y tal vez lo más extraordinario de todo sea esta frase (que tanto nos dice sobre el funcionamiento social de los rumores) confesada por el creador de la mentira: “la confusión fue tan grande que llegué a pensar que  nuestra historia coincidió con algo que había pasado realmente”.