Casa José Hernández. El hogar de
Felicitas
La
casa de la Sociedad Argentina
de Escritores se puede visitar en México
524; fue donde nació y fue velada
Felicitas Guerrero tras su trágica
muerte. También es un exponente notable de la arquitectura italiana de mediados
de siglo XIX en Buenos Aires.
A veces me
pregunto si los guías de turismo que afirmamos que Samuel Sáenz Valiente era el
gran amor de la vida de Felicitas Guerrero, sabemos al menos quién es el gran
amor de la vida de nuestras actuales parejas.
Pero en fin,
siempre se cuenta esta historia más o menos así: Felicitas Guerrero era, allá
por los años 70 del siglo XIX, tal vez la viuda más codiciada de Buenos Aires.
Se dice que era hermosa, pero lo seguro es que era rica. La habían casado a los 16 años con Martín de
Álzaga, un próspero comerciante y
estanciero, nieto de su homónimo que había sido ejecutado en 1812 acusado de
conspirador contra el gobierno patriota. Juntos habían tenido un hijo que murió antes de cumplir tres años, y luego
otro, que murió en el parto. Estas penurias terminaron también con la vida de Álzaga,
en 1870. Entonces, las murmuraciones de la gran aldea hablaron de una relación amorosa, epistolar y
romántica, entre la viuda y su pretendiente Enrique Ocampo. En todo caso, este
amor estaba destinado al desencuentro: el muchacho marchó a Europa tentado por un negocio, que no
resultó rentable, y Felicitas, debido a la epidemia de fiebre amarilla de 1871,
dejó Buenos Aires para refugiarse en una de sus estancias. Fue allí que se
relacionó con un afortunado vecino: Samuel Sáenz Valiente, también rico y
estanciero, con quien decidió contraer matrimonio.
Al regresar
Ocampo de Europa, pretendió imponer su amor romántico (el romanticismo estaba
de moda en esa época) por sobre el conveniente amor a primera vista de
Felicitas y Sáenz Valiente.
Así es que el
despechado enamorado la visita una noche
en que Felicitas iba a celebrar una fiesta en su residencia de Barracas; se
entrevista a solas con ella, y al verse rechazado, saca un revólver y le
dispara, provocándole la muerte. Luego se suicida, o familiares de Felicitas lo
matan y declaran que se suicida.
Como se sabe,
esto ocurrió en Barracas, y la familia Guerrero erigió en memoria de Felicitas
una iglesia, que con los años iba a provocar comentarios sobre apariciones
fantasmales. No es tan conocido que la protagonista de la trágica historia
nació, vivió sus primeros años y también fue velada en esta casa de la calle México, que además se conserva en
perfecto estado.
Arquitectónicamente,
la casa es de disposición medio pompeyana, con dos patios, que por un lado
presentan una medianera y por el otro los accesos a las distintas habitaciones,
dispuestas en dos pisos. El primer patio y las habitaciones adyacentes están
actualmente utilizados por un restaurante. En su centro existe uno de los
aljibes más antiguos de los que aún pueden encontrarse en Buenos Aires. Las
paredes de una de las habitaciones del restaurante están ocultadas por los
estantes con libros pertenecientes a la biblioteca de la Sociedad Argentina
de Escritores, que junto con el piano dan una estupenda ambientación a la sala.
Al fondo, tras
el segundo patio, se encuentra la oficina de la SADE , en la que se desarrollan distintas
actividades sociales y culturales.
El aspecto
actual de la casa, con su fachada neoclásica realizada por albañiles italianos,
con sus pilastras, arcos de medio punto y rejas, es de 1850. Es decir que
constituye uno de los ejemplos de las primeras edificaciones de este tipo,
todavía en los tiempos del gobierno de Rosas en Buenos Aires.
En cuanto a la
relación de la casa, llamada José Hernández, con el creador de Martín Fierro,
no tenemos datos precisos. Inicialmente diremos que no fue vivienda del
escritor y político, quien por muchos años no residió en Buenos Aires. Es
sabido que su libro más importante lo escribió, o lo terminó, en una habitación
del Hotel Argentino, frente a Plaza de Mayo. También que las ganancias que su
publicación le proporcionó, junto con otros negocios vinculados a la compra y
venta de campos, le permitió posteriormente comprarse una quinta en Belgrano,
sobre la calle que hoy lleva su nombre. Sus propiedad allí estaba delimitada
por las actuales Olleros, Cabildo, José
Hernández y Luis María Campos.
Es posible, sin embargo,
que en alguna ocasión haya sido propiedad del escritor y utilizada con fines de
renta. Porque es cierto que, como muchas de estas casas de familias
distinguidas, por ejemplo, la de Ezeiza, en la calle Defensa, ésta también fue
utilizada como conventillo a fines del siglo XIX y principios del XX.
En definitiva,
esta residencia, a media cuadra del edificio de
la vieja Biblioteca Nacional, es
una posibilidad para los porteños y turistas de encontrarse con nuestra
historia, nuestras leyendas y nuestra literatura.
Fuentes:
Gálvez, Manuel;
1945. José Hernández. Editorial La Universidad. Buenos
Aires.
Giménez Vega;
Elías. 1961. Vida de Martín Fierro.
Peña Lillo. Buenos Aires
Kiernan, Sergio.
2004. La SADE en
plateado, en Página 12. sábado 29 de mayo de 2004. Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/10-463-2004-05-29.html
Muy buen comienzo Luis. me encantò la intoducción.
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