El progreso, entre la guerra civil y los malones.
Dentro
del predio del Mercado Central de Buenos Aires, se encuentra el casco de la que
fuera la chacra Los Tapiales. Es Monumento Histórico Nacional, perteneció al
estanciero y agrónomo pionero Martín de Altolaguirre y luego a Francisco Ramos
Mexía, un personaje singular que a principios del siglo XIX creía que había que
tratar bien a los gauchos y a los indios. Así le fue.
Saliendo de la Ciudad de Buenos Aires,
apenas se pasa el peaje de la Autopista
Ricchieri , puede verse a la izquierda el Mercado Central de
Buenos Aires. Es el punto concentrador, principalmente de frutas y hortalizas,
que abastece a gran parte de los 13 millones de habitantes de su área metropolitana . No es tan conocida la
existencia, dentro de su predio, del casco de la chacra Los Tapiales, que le da
nombre a la localidad y que constituyó uno de los sitios más importantes de la
campaña próxima a la ciudad, en las convulsionadas primeras décadas del siglo
XIX.
La propiedad, cuyo nombre se debe al
cerco que tenía, hecho de tierra apisonada y tunas (el alambrado llegó a estas
tierras en la década de 1840), perteneció desde fines de siglo XIX a Martín
José Altolaguirre, agrónomo pionero de las tierras bonaerenses, amigo y
colaborador de Manuel Belgrano. En su propiedad de La Recoleta , cerca del
convento de los monjes franciscanos, plantó árboles que aún perduran, como los
ficus cercanos al cementerio y frente a la confitería La Biela. También fue el introductor
y primer cultivador de cáñamo y lino. En Los Tapiales se dice que plantó
cientos de miles de árboles, entre ellos, olivares y nogales.
Finalmente, en 1808, apremiado por
necesidades económicas, Altolaguirre vendió esta propiedad a Francisco Hermógenes
Ramos Mexía, que se estableció allí con su esposa al volver de Chuquisaca, donde
había cursado sus estudios de Filosofía, Teología, Lógica y Leyes , y donde estudiaron,
en la misma época, entre otros Manuel Belgrano, Juan José Castelli y Mariano Moreno.
Pero Ramos Mexía no se conformó con
esta vida, y tal vez para poner en práctica ideas religiosas y filosóficas, se
traslado en 1811 hasta más allá de la frontera con el indio, y cruzando el río
Salado, mucho más allá del último fuerte, que estaba en Chascomús, se
estableció junto a la laguna Kakel Huincul, en el actual partido de Maipú,
provincia de Buenos Aires. La particularidad del caso fue que Pancho Ramos,
como lo llamaban los indios, no sólo adquirió las tierras al estado, sino que
también se la compró a los habitantes del lugar, que pertenecían a grupos
entonces llamados pampas. Allí además les ofreció trabajo a quienes quisieran,
y se ganó el respeto de todas las tribus del sur de la provincia. El negocio no
era malo, por cuanto al sur del Salado, y teniendo a los indios de aliados,
todavía podía encontrarse ganado cimarrón, que podía ser conducido a Los
Tapiales, o vendido a saladeristas. La cosa funcionaba, y en 1820, Ramos Mexía
logró mediar entre las tribus y el gobierno de Buenos Aires para suscribir el
Tratado de Miraflores, mediante el cual la provincia hacía la paz con los pampas, intentando así eliminar un foco de
conflicto para centrarse en su defensa ante los ataques de Entre Ríos y Santa
Fé.
Sin embargo, las diferencias
políticas entre las provincias iba a perjudicar a los indios del sur: mediante
el Tratado de Benegas, la provincia de Santa Fé pactaba la paz con Buenos
Aires, dejando de lado a Entre Ríos. Esto hizo que el gobernador Francisco Ramírez (el Supremo
Entrerriano) y su aliado, el chileno José Miguel Carrera, establecieran la
guerra contra ambas. El último (antiguo Director Supremo de Chile, que buscaba
hacerse fuerte en Argentina para derrocar a O´Higgins), junto con un grupo de
chilenos, comandó a los ranqueles en
violentos malones contra las ciudades de Lobos y Salto.
Sin comprender la diferencia entre
ranqueles y pampas, el gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, intentó
reprimir a estos últimos, pese a que Rosas le había advertido del error. Cruzó
el Salado el 4 de enero de 1821 y atacó a los pampas que tenían sus tolderías
junto al arroyo Chapaleufú, pero no le fue nada bien. Algo contrariado, no de
muy buen humor, más bien hirviendo de ira, en su retorno apresó a los pacíficos
indios de la estancia Miraflores, acusándolos injustamente de espionaje. Ramos
Mexía aseguró a los indios que serían bien tratados, pero se equivocaba, y
cuando al otro día se dirigía al campamento de Rodríguez para pedirle que los
liberara, encontró que unos 80 habían sido degollados (ver nota sobre Kakel
Huincul).
Ya no le permitieron volver, y
terminaría sus días recluido en Los Tapiales. En cuanto a las tribus pampas,
entonces sí se sumaron a los malones,
declarando, junto con los ranqueles, la guerra a los "huincas".
Incluso el capataz de la estancia Miraflores, el gaucho José Luis Molina, héroe
de las batallas de Tucumán y Salta, se puso al frente de algunas tribus y encabezó malones
en el sur de la provincia. Por su parte, Francisco Ramos Mexía iba a morir en la
chacra de Los Tapiales, donde permaneció recluído, en el año 1828.
Hasta aquí la
historia. La leyenda cuenta que luego de su muerte, el cuerpo de Pancho Ramos
fue rescatado por los pampas y que realmente descansa en los pagos de su
estancia Miraflores, junto a la laguna Kakel Huincul.
Un año después, en 1829, el general
Lavalle, vencido, permaneció en Los Tapiales un tiempo y desde allí salió al
encuentro de Rosas en la estancia La Caledonia , en la que se firmó el Pacto de
Cañuelas.
El edificio que puede verse dentro
del Mercado Central fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1942. Su
tipología responde al casco de estancia bonaerense. Tiene dos plantas con
mirador, veintiún dormitorios, diez baños y dependencia para el personal de
servicio. Si bien sirvió de escenario para películas e incluso albergó al Papa
Juan Pablo II cuando en 1987 realizó allí una misa de campaña, hoy día, el casco
de Los Tapiales no puede visitarse por
dentro, pero exteriormente puede verlo todo el que se llegue hasta el Mercado
Central de Buenos Aires.
Fuentes:
Justo, Liborio.
1962. Pampas y lanzas. Palestra.
Buenos Aires.
Newton, Jorge.
1972. Diccionario biográfico del campo
argentino. Edición del autor. Buenos Aires.
Ramos Mejía,
Enrique. 1988. Los Ramos Mejía.
Emece. Buenos Aires.
Rosa, José
María. 1973. Historia Argentina, tomo 2.
Claridad. Buenos Aires
Secretaría de
Cultura de la Nación.
1996. Monumentos Históricos de la República Argentina.
Buenos Aires.
¡QUE PENA QUE NO SE PERMITA ENTRAR! SERIA MUY BUENO QUE DEJARAN A LA GENTE DISFRUTAR DE ESTE LUGAR Y ASI CONOCER PARTE DE BUESTRA HISTORIA.
ResponderEliminarPERDON,ESCRIBI BUESTRA EN LUGAR DE NUESTRA.
ResponderEliminarMuy buen aporte para ir rescatando la verdadera historia argentina, tan oculta.
ResponderEliminarPara corregir: Manuel Belgrano no estudió en Chuquisaca, sino en Salamanca.
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